Cuentan los dueños que el viaje comenzó por el 2014, en el caluroso verano salteño. En las miercoladas, un tipo de religión que practican los mostacheros, la cual se trata de reuniones de miércoles a la noche con el motivo de cortar la semana.
Ahí fue que surgió la idea de hacer su propia cerveza, como actividad recreativa en dichas reuniones y en busca de esas cervezas que sentían que merecían tomar.
La primer parte del viaje duró cuatro años, miércoles a miércoles, cocinando, embotellando, probando, estudiando y ajustando. También convidando.
Había quienes decían que estában perdidos, resulta que los jueves ya no era casi un día laboral para los mostacheros, las noches se habían hecho cada vez más largas…
Para no entrar en pormenores, los mostacheros un día a principios del 2018, de la mano de un diseñador y un par de comercios amigos se largaron a poner unas botellas a la venta y «ver qué onda».
Las cervezas volaron, en poco tiempo también se volaron los trabajos de los ahora emprendedores, para dedicarse totalmente a esa pasión de hacer las cervezas que les gusta tomar y poder compartirla con cada vez más gente.
Desde ese entonces, a mediados de 2018 todo ha sido, invertir, aprender mejorar y crecer para poder llegar cada vez a más personas con las latas y barriles de esas cervezas, que según la leyenda, son elaboradas a partir de unas recetas provistas por un señor, un tal Don Mostacho que solo fue visto una vez por estos cerveceros, antes de desaparecer y dejarles la misión de compartir éstas cervezas con la mayor cantidad posible de personas.